Escrito a 9 de julio de 2014
Triclinio en replay
y la lluvia no para.
Este autobús
me lleva a casa.
Dile a mi hermano
lo que yo nunca le digo.
Que no tema,
que no llore si no lo consigo.
Sobre todo que no llore.
Yo nunca me siento en mitad del camino,
siempre fui más de tirarme en la cuneta
a ver como se ponía el sol.
El camino se hace al andar,
caminante.
Cuida tus zapatos,
son los que te llevan.
Mis zapatillas viejas
no tienen agujeros todavía,
podré con esos kilómetros.
Mi vida acabará en el mar,
igual que la de Antonio.
Anduve por esos caminos
¿lo sabías?
Yo le sonreí al olmo seco.
Ellos no tienen ni idea.
Campos de Soria, por favor,
quiero mirar esas estrellas.
Y que la vida siga parpadeando levemente,
mientras yo me pierdo
en aquello de "mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera."
Ella no lo consiguió,
como tantos otros.
¿Y qué más da no?
Si al final todos morimos.
Yo recé porque ella
viviera a mi lado,
pidiéndole un milagro
a quienquiera que estuviera
dispuesto a regalármelo.
El universo no me escuchó,
aquella vez no.
No se quedó conmigo,
yo también la perdí.
La vida es como el olmo,
se va secando,
pero la esperanza
aguanta hasta el último suspiro.
Y mientras apartamos
las piedras del camino
con nuestros viejos zapatos,
le gritamos al cielo:
hoy el mar es un océano
pero no vamos a naufragar.
Corazones brillantes
nos protegen desde arriba,
nos marcarán el norte
que tenemos que seguir.
Y seguiremos caminando.
Porque somos caminantes.
*Hago referencia primero al poema Caminante no hay camino, y segundo al poema A un olmo seco, ambos de Antonio Machado. Este último, por si alguien no lo ha leído y no lo conoce, se lo dedica a su mujer Leonor. Es una metáfora que utiliza el autor para hablar de la enfermedad de su mujer, que se estaba muriendo de tuberculosis. Fueron a Soria para que respirara aire fresco e intentar que ella se recuperara, pero murió a los tres días. La tumba de Leonor está en el cementerio del Espino, en Soria capital. En honor a ellos el texto. Como reseña decir que yo tengo pueblo en Soria, y que he estado en la capital, y que anduve por los caminos que anduvo Machado. Un extracto del poema A un olmo seco está grabado en una roca en uno de esos paseos a la orilla del Duero. Un lugar maravilloso, no cabe duda, y lleno de inspiración.
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