te escribí en el fuego. me dejé los átomos en cada jirón, en cada intento suicida de atraparte en esas frases. estarás de acuerdo en que fracasé, intenté volar la cometa pero se enredó en la nada. me caí a un millón de lunas de ti, y ya no hubo manera de combatir las agujas. espero que una parte de ti entendiera que toda esa torpeza llevaba tu nombre. espero que esa parte de ti me perdonara. no me echaste de menos en ningún amanecer, yo que me volvía loca cada segundo sin tenerte. y no te tuve nunca. dejé de imaginar cómo sería besarte, quedarme a vivir en tu espalda, dormirme encima de tu ombligo. dejé de imaginar toda esa mierda porque estuvo a punto de matarme. nunca sabrás en qué me convertiste, cómo me quitaste hasta el último rayo de luz, hasta la última brizna de aire, la última migaja de esperanza. ¿cómo lo hiciste? ¿romperme en tantos pedazos, partirme cada costilla, vaciarme los pulmones y convertirme en ceniza? no sé cómo dejé que entraras tan adentro, hasta poder acabar conmigo sólo con rozarme, con enjaular el silencio y hacerlo tangible, con no aparecer esa noche de noviembre. pasarán un millón de vidas y todavía estaré con esa margarita maltrecha en la mano, con ese día del calendario tachado, con tus canciones en pause. pasarán mil huracanes y todavía estaré bailando sola en los tejados que pintaste de de Marley.
eres humo y eres aire.
un fantasma escondido
entre las ruinas
de mi sangre.
en otro universo todavía
te espero donde espera el hambre.
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