Wednesday, May 10, 2017

La vida se caía a trozos un miércoles cualquiera, pero tú estabas tan bonito que me reconcilié con todos mis desastres. Tenías que haberte visto, brillando en medio de la rutina, encendiendo las farolas, haciendo que el resto del mundo pareciera un páramo maltrecho y aburrido. Cuántas preguntas escurriéndose por mi espina dorsal, cuántas dudas anidadas en mi pecho. Pero no salgo corriendo. Porque también es bonita la tristeza si lleva tu nombre y tu sello. Porque también es bonita la tristeza cuando te miro como una luna lejana que alumbra mis noches raras aunque no pueda rozarla. Sonríes y me caigo. Tú no te das cuenta pero creas un fenómeno parecido a un huracán, una fuerza invisible que me hace temblar, que me lleva por los aires, me destroza. Y no te acerques que me puedes, no te acerques que me rompes, no te acerques que me matas. Quiero alargar la mano y encontrarme la manzana. Pero es todo sueño y utopía, una invención intangible de una mente inquieta. Oigo las sirenas a lo lejos. Estoy a punto de fundirme con el mar.

Tu pelo es mi horizonte. Tan inalcanzable como cierto.



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