Friday, May 5, 2017

ni siquiera sé cómo te quise. un día ya no hubo palabras. un océano más inmenso que la vida cubrió los patios donde yo miraba a las naranjas. el silencio sabía a días de lluvia y a canciones de Nirvana. tuve que aprender a no resbalar. no conté las horas, no conté las lunas, pero dentro de mí pasaron un millón de años y te quise durante todos los minutos que fui capaz de respirar. las agujas se clavaban como espinas de rosales marchitados, y mi cuerpo no reconocía nada más allá de ti. tuve que aprender a vivir en esas jaulas. tuve que aprender a vivir así, muriendo. la luna está llena y ni siquiera sé cómo te quise, si a lo loco o con locura, con un millón de grillos haciéndome cosquillas en los dedos pequeños de los pies. morí tantas veces en un mismo suspiro que no sé como mis costillas no cedieron al final. y después de tantos amaneceres lloviendo, un día, de golpe, se me secó la vida. te fuiste como quien va a por tabaco y no vuelve, como quien cierra la puerta de un portazo y para siempre, como quien desaparece entre la niebla en una carretera con todos los sentidos menos el de vuelta. así te fuiste, rotundo y trascendente, dejándolo todo helado, como una tormenta de invierno que apaga todos los graznidos.

no, todavía no sé cómo te quise. pero te quise. te quise y el cielo se abrió, la tierra tembló, y el mundo estaba en tus ojos. 

para poder renacer tuve que tirarme al fuego.


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