Wednesday, October 3, 2012

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Nunca deberíamos cerrar los libros. Cuando los cerramos, el gris del mundo nos envuelve, y los colores parecen difuminarse. En los libros encontramos paraísos, universos construidos a los que poder escaparnos, cuando la realidad nos da con la puerta en las narices. Y hay tantas posibilidades, tantos mundos diferentes, que puedes elegir el que a ti más te guste, y quedarte en él sin dar explicaciones. Puedes huir, sin moverte del sofá. Y cuando entras por esas puertas de la imaginación todo se engrandece. He vivido en muchos sitios de esos, y en todos he sido feliz. De todos he sacado algo. He aprendido con las palabras, con las historias, con las frases. Me he enamorado de personajes imposibles en el mundo real, pero tan reales en el ficticio que me costaba dejarlos. He reído a carcajadas leyendo a Dickens y a Rowling, y he llorado con Delibes y Galdós. He sentido que cada universo, cada pequeño mundo, entraba en mi corazón para quedarse. Y cada libro, es un tesoro que me ha dado sin pedir jamás nada a cambio. Y siempre que necesito reír, o llorar, o olvidar, o pensar, o explorar, o imaginar, o lo que sea, me basta con abrir uno de esos pequeños milagros.

No los cerréis amigos, abridlos, y dejaros llevar.

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