Sunday, March 17, 2013

No sé que tienen los domingos. Me adormecen. Mi cerebro no funciona igual. Las horas parecen más largas de lo habitual. Duran más de 60 minutos. Siempre me parecieron grises, los domingos. Siempre los vi pasar, como si no me rozaran, como si no me tocaran. Como si solo fueran horas que tenían que existir porque sino el horario no cuadraba, pero no como horas que realmente contaran. Para mi no contaban. La máxima entropía siempre, y por supuesto el estado de energía más bajo posible. Igual que los electrones. Buscando siempre no hacer nada. Buscando siempre el sinsentido de un día que no debería de tener nombre, ni horas. Ser solo un paréntesis entre el sábado y el lunes. Ese es su único cometido. Un día en que algunas cabezas están a punto de estallar, por eso de la resaca. Un día en que la gente sale a correr porque no tiene nada mejor que hacer. Un día en que la gente hace cola en el cine para ver da igual que película absurda, porque lo único que buscan es llenar las horas que parecen imposibles de llenar. Un día de películas malas en la tele, y mucha comida innecesaria. Un día de esperar a que llegue la hora de meterse en la cama y cagarte en todo porque al día siguiente toca ir de nuevo a trabajar. Y nunca se aprovecha.

Recuerdo aquellos domingos bailando en ese bar. No fallábamos ninguno. Y eran domingos que no parecían domingos. Sólo cuando llegabas a casa a eso de las 10 y te dabas cuenta de que, en efecto, era domingo, y que el día siguiente te ibas a levantar con un humor bastante irritable. Pero eso daba igual porque eran domingos que merecían la pena.

Y desde que mis domingos se conviertieron en ese jodido día en que tenía que coger ese puto bus, pasarme 70 minutos en esa autopista, y llegar a esa ciudad más gris aun que los propios domingos, no soporto el peso de las horas. Me adormezco más. Me desespero más. Y odio más los lunes.

Porque justo antes de entrar en el vasto e interminable desierto, siempre quedan algunas horas en las que el oasis te hace olvidar que día es hoy, y qué día será mañana. Y es una puta mierda, que las horas en el desierto duren 70 minutos, y 50 en el oasis. Nunca en nada tuvo nadie más razón que Einstein cuando dijo eso de lo relativo que es el tiempo.

No me gustan los domingos.

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