Wednesday, July 19, 2017

había que entender que la vida también era eso, un pasillo a oscuras en el que andar a tientas intentando evitar darte con la esquina de la puerta en el dedo pequeño del pie. porque supongo que a estas alturas ya sabes cuánto duele eso. pero los golpes formaban parte del pack, como cuando comprábamos ron y ya venía con la Coca-cola. había que entender que la vida también era eso, una mañana de domingo sin Cola-cao con cereales, despertarte al otro lado de la risa, sentir que los monstruos ya no estaban debajo de la cama pero seguían existiendo. gritar en medio de la calle y que nadie te escuchara, sentir que en la rutina de los días ya nadie te veía. la soledad puede ser bella pero tremendamente devastadora. lo que digan, pero siempre menos. lo que siento, pero siempre más. mirar al cielo y esperar las nubes, desear la lluvia y llover encima de todo lo que me doliste. ¿cómo puede algo ser mentira si has sentido que el pecho se te partía en dos? aquella noche volví a verte y no se me cayó la vida. pude respirar en medio de la mierda. a veces no parece tan difícil. y la vida seguía y yo intentaba no odiar Madrid. la había odiado mucho y por demasiado tiempo, hasta que comprendí que yo también la pisaba, que yo también la respiraba, que también era un poco mía. que tú ya no podías quitarme nada. que ya me habías dejado vacía. libre.

después de mil heridas entiendes que la vida a veces también es hielo, un montón de escombros a la vera de los recuerdos más intensos, instantes llenos de clandestinidad y huída, un te quiero a destiempo.

el día que dejó de llover lo supe.

el mundo se paró, la luna se cayó, y yo te quise tanto que pensé que explotaría.
ojalá algún día aprenda a quererme así.




No comments:

Post a Comment