Sunday, July 16, 2017

mis ganas se engancharon a tu pelo, un día entre semana y a destiempo. aprendí de golpe que contigo no podría no caérseme la vida, acercarme era cuestión de domesticar leones. la noche te acariciaba tierna, no estuve preparada para el filo de tus ojos. no sé cómo o sí lo sé, aunque eso es lo de menos. esperé alguna primavera para llegar a ver tus flores, las que a veces llevas encima, las que siempre se esconden al sur de tu sonrisa. no me preguntes si es autodestrucción o locura, a veces todo se reduce a lo mismo. quizá sea así. quizá me guste autodestruírme con ojos color cola-cao y palabras que no parecen de este planeta, con miradas llenas de sueños y gestos que saben a volver a ser niños. no sé que tenías esa noche, qué tenías todas las noches, pero brillabas, y brillabas, y brillabas, igual que cuando la miras o la coges de la cintura. eras una estrella fugaz, un efímero chispazo, una sonrisa de refilón a la que yo también sonreía sabiendo que la verdadera, la que sale a quemarropa y de las entrañas, le estaba esperando a ella. pero qué bonito mirarte, saberte vivo y con alas, siendo tú hasta la última frontera, llenándolo todo de una sinceridad arrolladora que conviertes en poesía en este o en cualquier otro universo paralelo. 

la primera vez que te vi fue un domingo a la mañana. hacía sol y Madrid parecía prometer revolución. la tuya. la que creas cuando apareces y atraviesas corazones. la que creas sin apenas darte cuenta de que tu risa tiene el poder de llevarse a todos los fantasmas. quiero que lo entiendas, que me entiendas, que te lo he dicho sin decir mil veces entre líneas, que te lo diría mirándote a los miedos, acariciándote los vértices, calmándote los daños, secando tus tristezas: que eres agua, sol y tierra, un fuego capaz de iluminar abismos, que regalas vida en cada gesto, que en ti todos encuentran un lugar llamado casa.

siempre son rubias, las musas. la mía se parece a Ariel y sobre todo viene cuando está lloviendo. la tuya es ella. lo sé. lo vi en tus ojos cuando la mirabas. y qué bonitos estabais en medio de la calle. espero que Madrid os cuide tiernos, os cuide libres. espero que ni la suya ni ninguna de todas esas miradas te quiten jamás la capacidad innata que tienes de hacerlo todo más bonito sólo con estar. respira. late. y escribe hasta que no te quede sangre. 




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