acaricié las agujas del reloj pidiéndoles otro minuto, otro segundo más enganchada a tus vértebras. la eternidad concentrada en un puto pestañeo, y mis puntos débiles temblando como si el aire se hubiese congelado. y quizá se congeló, cuando te miré por última vez, sin saber que era la última, cuando saliste por esta puerta para no volver jamás. quién me iba a decir a mí, que era así, tan insípidamente, como iba a acabar esto que aún no sé como llamar. no sé que fui para ti, en todas esas noches en las que no hablamos, en las que no tuve tu voz, ni tú mis tonterías. no sé que fui para ti, si de verdad tu corazón latía pidiendo un poco más de mis gemidos, o si ya estaba pensando en la siguiente cintura a la que atar sus manos. no, eso no lo sé, no tengo ni idea. sólo sé lo que vi, lo que sentí. tu vida arañándome las carnes, mi vida tiritando un no me dejes así. y ahora, cuando hay que cerrar la puerta y abrir una ventana, ahora cuando parece que todos los interruptores se han jodido y no queda esperanza, ahora cuando el mundo se ha caído y no queda ningún lugar al que huir, volvería sin dudar a ese puta día que maldigo sin cesar.
y es así, sin ti, como tengo que seguir.
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