Sunday, September 15, 2013

Fuma en la barra de un bar, mientras bebe whiskey barato. No sé cuantos años tiene, tampoco quiero adivinarlo. Lleva el pelo atado en una trenza que le llega hasta el culo. Es negro, jodidamente negro. Tiene los labios pintados de un rojo que jamás te atreverías a morder, sabes que corres el riesgo de quemarte. Sus ojos, vidriosos, parecen ausentes. Reflejan el color de la botella. Coge el vaso y bebe lentamente. No tiene arrugas en la cara, quizá algunas pequeñitas en el contorno de los ojos. Pero hay algo en su mirada que delata que ya no es una niña. Esconde los pechos bajo una chaqueta de cuero. Suelta el humo lentamente. Se levanta de la silla. Le gusta esa canción. Se pone a bailar. Sus caderas se mueven hipnóticamente, no puedes dejar de mirarla. Te sientas en un rincón oscuro para poder observarla con precisión. No quieres perderte el más mínimo detalle. Los tacones medirán unos 11 centímetros. Sus piernas parecen no acabarse nunca. Se quita la chaqueta. Y ahí están. Unos pechos jodidamente perfectos, enfundados en un vestido negro que no puede pegarse más a su cuerpo. Parece su propia piel. Está cómoda. Se siente sexy, y realmente lo es. Jamás has visto nada parecido. Demasiado magnetismo. Un hombre se acerca lentamente a ella. Empieza a hablar, parece que quiere seducirla. Le pone la mano en la cintura. Ella le dirige una mirada gélida, y le aparta la mano. Se da media vuelta. Su culo podría volver loco a cualquiera. Bebe otro vaso, mientras mira a su alrededor. Nada le interesa. Está buscando algo, pero no sabe qué. Ese bar le queda pequeño. La calle le queda pequeña. El barrio le queda pequeño. El mundo le queda pequeño. Le da una calada al cigarro. Baila. Todos la miran, pero nadie se acerca. Es intocable, casi angelical. ¿Qué será lo que la hace tan irresistible? Quizás ese gesto rudo, esa frialdad anticipada. Esa manera de andar, casi levitando. No tiene que hacer ningún esfuerzo por intentar diferenciarse del resto, ella ya es diferente. De un modo misterioso y difícil de descifrar. Indefinible por naturaleza. Imposible de atrapar. Su belleza animal no puede capturarse en una fotografía. Se hace grande en el movimiento. Los que intentaron encerrarla jamás se recuperaron de su huída inevitable. No puede parar. Intenta alcanzar el horizonte. Y siempre desaparece antes de que salga el sol. Última calada, tira el cigarro. Vuelve a mirar a su alrededor. ¿A quién busca? No fija su mirada en nadie. Coge la chaqueta. Se la pone, mientras sus tacones acaban con ese lugar. Sale del bar. Retumba el eco de su culo al caminar.

Una vez más te quedas sin follar con ella.

(Metáfora sobre la inspiración.)

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