Friday, March 3, 2017

el miedo tenía tu nombre, yo estaba en la estacada. la vida saltándose los límites de velocidad y las ganas con la cabeza fuera de la ventanilla, despeinadas, rendidas al viento. parecía que llegaba el fin del mundo, pero sólo eras tú, sonriendo en mitad de un día cualquiera. a veces es así. los tornados llegaron con las primeras heladas, en bragas y sin calcetines me puse una de Cash. quise matar todas las agujas, parar los segunderos que hablaban de mañanas, detenerme en ese instante en el que supe que era Madrid y no el mar, que era tu arena y no mis olas. y los tejados, los malditos malditos tejados, que nunca me dejan en paz. mil huracanes enredándose en mi pelo, pedazos de sueño escapándose por el sumidero. música para camaleones, música para enfermos. música tatuada en tus pupilas y esa forma que tenía la vida de hacerme temblar cada vez que. puede que crean que sí pero aún no lo digo todo. mi sangre derramada a mis pies, mis manos vacías, mis manos abiertas, dispuestas a coger, a recoger. estoy pintada en escala de grises, y esa sudadera que tanto me gustaba hoy sigue doblada perfectamente en el armario. a veces no entiendo nada, y sólo quiero reírme al filo de mis miedos, jugar al escondite con mis monstruos, poner del revés todas las rutinas, reinventarme. todos mis engranajes se quedaron congelados y mis pecas se mezclaron para formar constelaciones que sabían a escribirte. hoy vuelvo a ser la niña con la diadema roja que siempre quería jugar con el balón, la que tenía los ojos llenos de dientes de león, la que los cogía y soplaba, con los ojos cerrados y apretando los dientes, creyendo muy fuerte que así se cumplirían todos los deseos que pidiéramos en medio de aquella campa que sólo entendía de presentes. así vivimos, libres y salvajes en medio de un parque que siempre estaba lleno de plurales. las canciones que cantamos acariciaban el aire, mientras creíamos tocar el infinito montados en esos columpios que eran goma y oxído, pero sobre todo sueños. volé, volamos. por un momento todo fue tan fácil que no fuimos capaces de imaginar que llegaría un día en el que todo se convertiría en un desastre enmarañado, enredado a nuestros vértices, a nuestros puntos débiles, a nuestros días malos. no, no lo imaginamos.

vuelvo a ser esa niña pero no tengo mis flores. te deseo como el mar a la orilla pero no puedo soplarte. mierda. la vida pasa. la vida pasa. la vida pasa y tú sigues sin pasarme. 






No comments:

Post a Comment