Ahora es cuando me caigo de espaldas al suelo
mientras espero la tormenta definitiva.
Es ahora cuando salgo corriendo,
a más de mil kilómetros de toda esa mierda,
porque no hay manera de vivir
cerca de lo que pudo haber sido
y no será nunca.
Estado mental tu gorra,
y mi dedo gordo
dándole al pause
cada vez que suena tu voz.
Sólo tú entenderás esto.
Y menos mal,
porque no quiero que lo entienda nadie más.
Me tiembla el corazón,
y es difícil acertar
cual es la dirección correcta.
Pero supongo que cuando no tienes
rumbo eso da bastante igual.
A donde me lleve el viento,
o la música.
A donde sea.
Mi rodilla magullada
y mi cadera dolorida
no duelen más
que tu dolor
y el no poder apagarlo.
Pero esa no será mi tarea.
Le tocará a otra curarte las heridas del alma,
y llenarte la vida de colores.
Espero que elija los mejores,
porque aunque tu color sea el negro,
y el negro combine con todo,
hay colores más bonitos que otros,
y tú te mereces esos.
No sé si entenderás esto.
Joder.
Vayas donde vayas,
llegues donde llegues,
(seguro que al infinito y más allá),
recuerda que siempre estaré ahí,
en ese rincón donde me encontraste,
y siempre podrás recurrir
a las palabras que te dije,
porque eran de verdad
y valen para siempre.
No voy a llorar
aunque quiera hacerlo,
aunque mi garganta grite
de dolor,
implorando un alivio
que no le va a llegar,
porque yo ya no me lo permito.
Lloré por ti, no te diré cuando,
y con eso cumplí el cupo,
porque no me merezco llorar más,
aunque tú si te merezcas todas mis lágrimas.
Perdóname por no llegar,
por no estar a la altura.
Por no haber sabido
no caer,
por no conseguir quedarme fuera.
Por dejar
que llenaras todos mis rincones,
y me hicieras sonreír
de una manera diferente.
Joder,
perdóname por eso.
Por no poder hablarte
sin sentir
un escalofrío,
por no poder estar
sin querer estar del todo.
Perdóname por mi torpeza,
por todas las veces que te dejé perplejo,
por todas las veces que te he dado la lata,
por tener que aguantarme.
Yo te doy las gracias.
Por aparecer.
Porque te encontré y ahora sonrío.
Por tu voz
y tu forma de hacerme reír.
Por esos 50 minutos.
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