Sunday, August 3, 2014

Las ganas de llorar ya nunca vienen,
y no lo entiendo,
porque él ya no está.

El vacío es peor que el dolor,
siento que mi cuerpo
ya no es capaz de sentir nada.
Nervios muertos en mi espalda,
suspiros que se congelan en el aire,
miradas perdidas que no van a ningún sitio.
Soy una niña perdida en medio del mapa.

Eminem de fondo,
me tiembla el corazón.
No puedo gritar,
ni siquiera tengo ganas.
Estoy rendida,
derrotada.
Mi lado malo
ganando terreno
y el calendario
diciéndome: tranquila,
ya no queda mucho tiempo.

Y es que ya no queda nada.

Él se fue,
yo me fui,
nos fuimos.
Y el standby
es sólo una excusa
para camuflar
el adiós.
Como si haciéndote creer
que algún día volveréis a cruzaros
la separación doliera menos.
Pero no duele menos.
Duele más.
Porque la esperanza es lo que termina matándote,
cuando la realidad te cuenta el verdadero final.
Ese final que siempre es una mierda.

Harta de cuentos
y de calles vacías.
No puedo más.

Quiero la vida concentrada en un vaso,
bebérmela de un trago
y no parar de bailar.

Y que el punteo de una guitarra me lleve
a cualquier lugar que no sea este.

A cualquier puto lugar.

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