Estaba pensando que la vida era muy puta.
Mordiéndome las esquinas
del corazón,
abrasándome por dentro.
Haciendo el suicida
con mis putos sentimientos,
exprimiéndolos,
haciéndolos sangrar.
Destruyendo
los pocos colores que quedaban,
acabando con todo.
Sí,
estaba pensando que la vida era muy puta.
Pero de repente,
la luna.
Ellas y sus sonrisas,
ellos y su forma de
hacerme sentir bien.
Estrellas fugaces tapadas por las nubes
que conseguíamos atisbar entre claro y claro,
porque aquí sólo hay oscuridad y silencio
y el universo adquiere otra dimensión.
Tumbados sobre el trigo,
en mitad de la noche,
esperando nada
y obteniéndolo todo.
La felicidad colgada
de un pedazo de cielo que podíamos tocar.
Un deseo,
dos.
Y el mundo nos la suda.
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