Saturday, February 4, 2017

estoy harta del cinismo,
de las latas de hojalata,
de los cristales rotos,
y de todo ese ruido que nunca se de donde sale.

estoy harta de las falsas sonrisas,
de los dos besos en el aire,
de apretones de manos que prometen humo,
de personas que parecen que
pero que nunca.

hay cosas que no se pueden medir.
y parece que tú todavía no lo entiendes.

me arrancaría las entrañas, y le diría a esa pequeña yo que todavía vive en los cordones sin atar de mis zapatillas que deje de esperar esas pompas de jabón que lo llenaban todo de colores y nos hacían creer que el cielo no quedaba tan lejos. sí, le diría que deje de esperar. porque a veces cruzamos los semáforos en rojo, pero siempre seguimos perdidos en el mismo universo hecho de asfalto y aquí abajo los sueños ya no huelen a azahar. y eso es una pena. pero ya le partieron demasiadas veces el corazón. no quiero que vuelvan a hacerle daño.

está loca y sueña con la luna y sabe que su cabeza da más vueltas por hora que el segundero de un reloj, pero tampoco está tan mal. no tiene sur, hace demasiado que perdió el norte y sueña con viajar un día hacia el oeste, dar toda la vuelta y volver al mismo sitio. cree en un tipo de magia muy especial, de esa que no se crea con varitas, pero que está escondida en las sonrisas, en las palabras, en una caricia inesperada, en los colores de una flor, en el olor de su pelo. cree que todos los seres humanos pueden hacer magia si de verdad desean hacerlo, y no hay tormenta suficientemente fuerte para hacer que deje de creer.

pero a veces son golpes, son caídas. a veces son personas que te miran pero no te ven. a veces hay que desangrarse tanto que ya ni siquiera tienes color para iluminar tus propias mejillas. y eso es demasiado, ¿sabes? y es que estoy harta de tener que explicar por qué soy diferente, si en realidad lo terrible sería que fuéramos iguales. estoy harta de tener que verlo todo como me dicen que lo vea, y no como yo lo veo, del revés y de cabeza, de una forma kamikaze pero sumamente tierna. y es que no sé por qué no puede ser así, y sin embargo si puede ser de todas las demás maneras. nadie les dice a los cangrejos que tienen que andar hacia delante. y todavía no entiendo por qué el desastre no puede ser una forma lícita de vivir, de vivirnos.

un día entendí que el amor era libertad, ser uno mismo por encima de todo, aceptar a los demás tal y como son, con todos, absolutamente todos sus desastres. entendí que si él quería cambiarme no me buscaba a mí, buscaba cualquier otra cosa que yo no podía ser. no sé si entendió que lo bonito es el defecto, la diferencia. eso que hace a una persona completamente única. eso que a mí tanto me gustaba de él, pero también eso que tan poco le gustaba a él de mí.

pero no cambié.

y es que estoy harta de tener que dejar de bailar porque el mundo me esté mirando.
él me dijo una vez: para, ¿no ves que aquí hay gente?
y yo no le entendí.

y desde entonces ya no entiendo nada.
pero sigo bailando.






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