Era esa calle todo el rato.
Y la lluvia repentina.
Canciones aleatorias,
y una locura salvaje.
Era nuestro mundo todo el rato.
En ese rincón de esa ciudad.
Dónde el molino rojo
nos recordaba
que la pasión
nunca está de más.
Y nuestras manos siempre hablaban..
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