Tuesday, October 15, 2013

- Admite que te gusta.
- Si, bueno. Es un tío interesante..
- No, te mola. Te mola un huevo, te lo noto.
- Sí, vale. Me mola. ¿Qué pasa? ¿Hay algún problema?
- ¡Es que lo sabía! ¡Lo sabía! Siempre igual. Siempre te pillas del más gilipollas. Es idiota. ¿No ves que es idiota? Te va a joder, te va a joder.. Mierda, lo sabía.
- A ver tía, tranquilízate. ¿Porque te pones así? No le conoces. El otro día estuve hablando con él. Es majo. Parece buen chaval.
- Siempre dices lo mismo. ¿No te das cuenta? ¿No ves que siempre es igual? Siempre te pillas de cualquier imbécil de mierda, y luego acaba mal, siempre acaba mal. Y me tengo que comer yo toda la mierda. Y mira que te lo aviso.. mira que te lo digo, pero tú ni caso. ¡Nunca me escuchas! Dios, esto me saca de quicio. No lo soporto.
- ¿Me vienes con esas? ¿Ahora el problema que es que me tienes que aguantar? ¿Es ese el problema? ¡Pues no lo hagas! Pasa de mí. ¿Es mi puta vida no? Ya sabré yo lo que hago, soy mayorcita. ¡No te jode! Ahora no podré quedar con el que me da la gana porque luego ella tiene que tragarse mis penas. ¿Somos colegas o no somos colegas? ¿Yo no he estado ahí cuando has estado mal? Tú también te equivocas, ¿o a caso eres perfecta? Venga tía, no me revientes. Lo que me faltaba por oír. El problema no es ese, no, ese no es el problema. Ya sé lo que te pasa.
- ¿Qué, a ver, qué me pasa? Tú que lo sabes siempre todo, ¿qué me pasa?
- Nada. Déjalo tía, vamos a acabar mal. No quiero seguir discutiendo. Quiero estar sola. Necesito tomar el aire. Me piro.
- No, no te piras. - La agarró del brazo para que no se diera la vuelta. - Ahora me lo sueltas.
- Que llevas muchísimo tiempo sin estar con un tío. Que no soportas que yo ligue y tú no. Que siempre estás sin plan. Estás sola. Siempre estás sola porque no tienes con quien quedar. Ya ni siquiera sales los sábados. Las demás tienen pareja y tú sigues sola. Y yo intento encontrar a alguien ¿sabes? Aunque no sea fácil, aunque me tenga que tragar a mil gilipollas. Igual el mil y uno es el adecuado. Pero tú ni siquiera lo intentas. Y no somos niñas, ¿vale? Ya no somos dos chavalas. Tenemos treinta años joder. Y la vida está ahí fuera. Y hay que vivirla. Aunque sea a trompicones.
Se quedó callada. Le daba miedo su reacción. Cuando se cabreaba podía ser muy cruel. Se ponía a gritar y a soltar de todo. Era como un terremoto. Arrasaba todo lo que pillaba por delante. Pero no estaba gritando. No se había inmutado. Estaba totalmente quieta. Callada. Mirándola fijamente. Con los ojos llenos de lágrimas. Se preocupó. Igual se había pasado. Tampoco había sido su intención hacerle daño.
- Alex, yo.. no, no quería decir eso.
- Sí, sí que querías decirlo.
- Lo, lo siento mucho.. no.. ha sido la situación.
- Eres idiota. Te odio. ¿Nunca te vas a dar cuenta no?
- ¿De qué?
Le daba miedo mirarla a los ojos. Veía un dolor, un amargor tan inmenso que no se sentía capaz de enfrentarse a ellos.
- Joder.. de que te grito así porque no puedo más. Porque no lo soporto. Que llevo seis meses sin salir los sábados, porque no soporto verte bailando con tíos, hablando con ellos, dándoles tu número de teléfono o yéndote con ellos de la mano. No soporto que quedes con ellos, no soporto saber que estás con alguno. Cuando quedamos para cenar, y vienes de estar con algún ligue, y me cuentas como ha ido, me vuelvo completamente loca. Y más cuando todo sale mal, y lloras en mi hombro. Que no es porque no quiera tragar tus penas joder, es que quiero que tus penas sean las mías. Quiero ser yo la que te haga llorar, más aún, quiero ser yo la que te haga no llorar. Todos esos hijos de puta que pasan por tu vida sin valorarte, sin respetarte, y ya ni hablemos de quererte. No te quieren nada. Te tratan como a una más.  Y tú no te das cuenta. Y te da igual. Y yo estoy aquí, muriéndome por dentro, aguantando en silencio el peso de quererte. De quererte de una manera que ya no soporto. No soporto ver como te hundes, ver como te haces eso a ti misma. No soporto hablarte, aconsejarte y que no me escuches, y que todo vuelva a ser igual. No soporto otro nombre más, otro tío más. Ya no puedo. Ya no. Me he vuelto loca. Ya no puedo más. Cuando nos quedamos a ver una peli, y me hablas todo el rato de alguno, y de que te gustaría vivir algo así con él, quiero que el mundo se acabe. Quiero desaparecer. Porque yo daría cualquier cosa por hacer que tu vida se pareciera a una de esas películas. Y si no lo consiguiese me inventaría una película propia, y tú siempre estarías feliz. Pero no me quieres. Y ya no soporto que no me quieras. Ya no soporto estar a tu lado y ser sólo tu amiga. Y si, estaré sola. Muy sola. Pero no he podido evitarlo. No he ido a buscar a nadie, porque no he podido sacarte de mi cabeza ni un sólo segundo. No quería a ninguna otra. Te quería a ti. Y sin ti, nada me valía. Y eres idiota por decirme esas cosas. Idiota por no darte cuenta. Idiota por tratarme siempre tan a la ligera, por dar por hecho que siempre estaré para que llores en mi hombro. Y dan igual las veces que me has dejado plantada para irte con un tío. Eso da igual porque yo siempre estaba ¿no? Por mucho que me estuviera ahogando lentamente, yo siempre estaba. Pues ya no puedo más. No puedo más. Y no creo que consiga dejar de quererte nunca. Pero me voy a ir. No quiero que sigas en mi vida, porque me estás matando. Es demasiado duro. No puedo más Sam. Cuídate mucho por favor. Y valórate más. Si no lo haces tú, ellos no lo harán por ti. Créeme. Espero que algún día alguien te ame tanto como yo te amo en este mismo momento. Así, aquí. Gritando de dolor, muriéndome por dentro. Desangrándome por ti. Completamente loca, y sin límite ninguno. Y que te haga la mujer más jodidamente feliz del mundo. Lo espero de corazón. 
Se quedó callada. La miró a los ojos. Los tenía tan rojos que no parecían los suyos. Pero sí, eran sus ojos. Complemente llenos de amor, completamente llenos de dolor. Y la miraban. Y ella no podía sentir, no podía pensar. Estaba petrificada. Congelada en ese sitio concreto del espacio, sin poder moverse. No tenía gesto ni expresión. Era una piedra. Alex tragó saliva. Suspiró. 
- Adiós, Sam. Te deseo lo mejor.
Y salió por la puerta. El golpe al cerrarla retumbó en toda la casa, y el silencio que quedó pesaba más que el plomo. Sam reaccionó de golpe, y salió al balcón. Vio a Alex salir del portal, y empezar a caminar hacia la parada del metro. Iba rápido, como si quisiera escaparse de alguien que la estuviera siguiendo. Sabía porque lo hacía. Era la única manera de dejarla atrás. Sin mirar, sin detenerse. Sino quizá las fuerzas le fallarían. Y no podían fallarle. Desapareció de su campo visual. Se fue a la cocina a hacerse una tila. Estaba alterada. Completamente alucinada. Y no recordaba haber tenido tantas ganas de llorar nunca antes en la vida.

No comments:

Post a Comment