Y ahora,
con este gris en la ventana,
y ese frío
al que no quiero salir,
bajaría hasta el sur,
con una furgoneta
y una guitarra.
Sin saber conducir,
y sin saber tocar,
simplemente
porque
la vida
es ir recogiendo
la locura del camino
e ir construyendo
un millón de sueños imposibles
que quien sabe si alguna vez se llegaran a cumplir.
Y pretendería,
que al llegar,
ella me estaría esperando.
Y nos iríamos las dos,
a caminar por una de esas playas,
mientras el sol se pone,
y la libertad
me arranca
las últimas
legañas
de una rutina
que mata.
No comments:
Post a Comment