Aquí, así.
Desnuda de arriba abajo.
Sin palabras que puedan
taparme,
taparte,
taparnos.
Dime todo eso
que no quiero escuchar.
Lo que tengo que escuchar
para sentirlo.
Para sentir
que el abismo
sólo está a un palmo
de tus ojos.
Temblando
bajo mi cuerpo
esperando
mi caída
como quien espera
el deshielo
para que no se pierda la cosecha.
Planté flores
en tus párpados,
pero abriste los ojos
y dejaste de verme.
Nunca quisiste
enredarte
en la primavera,
quedarte a esperar
un arco iris
de amapolas
que pudieran
llevarnos
a algún sitio de esos
donde el reloj no da las horas.
Tú reloj no da mis horas.
Y el huracán está
a punto de llevarme.
Fue culpa de la noche,
esa que quiso
hacerme cosquillas en las plantas de los pies,
mientras tú aparecías
como si aquello no tuviera nada que ver contigo.
Quédate mi primavera.
Fue tuya desde siempre.
Aquí, así.
Te arranco de
mis noches sin dormir,
de todas esas excusas
que llevan tu nombre,
de esa calle
a la que nunca saliste a buscarme,
de todas las noches en las que
no me invitaste a subir.
Aquí, así.
Te arranco
de mí.
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