- Y luego llegas tú, con toda tu mierda. Con tus gorras y tus zapatillas viejas, con tu tabaco de liar y con tu hierba, con esa forma que tienes de decir "joder", con ese "a mi me la suda todo", con esa sonrisa que haría rabiar a cualquier dentista porque es jodidamente perfecta y yo me cago en todo. Con tus hoodies grises, y tus gafas de sol sin marca que te hacen parecer de la puta mafia siciliana. Con ese rapado de marine que hace que las gorras te queden como si hubieran sido hechas para ti, y lo que me jode, porque a mí no me quedan bien las gorras. Con esa forma de andar que parece que todo el mundo te debiera dinero o algo, que vas sobrado, joder. Con esa forma de vacilar a toda la peña. Vienes con toda esa mierda, y lo pones todo patas arriba. Como si tuvieras derecho a entrar en mi cabeza y removerlo todo, cambiarlo todo de sitio, romperme todos los esquemas. Pues no. No tienes derecho. Y quiero que salgas, y quiero que te pires, que no te acerques a mí en tu puta vida. ¿Lo has pillado?
La miró a los ojos fijamente. Sonrío como si toda la luz del universo se concentrara en su boca. Ella apretó los dientes y suspiró. Tenía los puños cerrados y se le movía el pie izquierdo.
- No era mi intención poner nada patas arriba. Pero si, lo he pillado. Que te caigo mal, que soy horrible, que te parezco un mafioso de mierda, y que no quieres juntarte con calaña como yo. ¿No?
- Sí, eso es.
- Bien. Entendido.
Se dio la vuelta. Había quedado con un colega para echar unas birras. Que tía tan graciosa. Se le iba la olla del todo. Sería bastante joven, mínimo le sacaría cinco años. Le había echado ovarios. Llevaba días rondándole sin atreverse a acercarse a él, y por fin lo había conseguido. Desde luego, no se esperaba un speech semejante. Parecía que lo había estado ensayando en casa. No podía evitar sonreír mientras se alejaba. Lo que estaba por ver era eso de "no te acerques a mí en mi puta vida".
No comments:
Post a Comment