Hay algo en ella
que no hay en nadie más.
Una sinceridad arrolladora,
un desparpajo extremo,
una chispa vital
jodidamente salvaje.
Coge la vida tal y como es:
cruda, dura, descarnada.
Sin vendas,
sin nada que tape
la realidad
abrumadora que se esconde en cada esquina.
Coge esa realidad,
y la mastica, la desgarra,
la acaricia,
folla con ella,
le da la vuelta,
y la pone del revés.
Hace lo que le da la gana.
Una simbiosis inevitable,
porque ella es como la vida.
Cruda, dura.
Pero tan tierna y tan bella,
tan mágica y maravillosa,
que no hay más cojones
que caer rendida a sus pies.
Si os la encontráis en el camino,
caeréis como yo caí: inevitablemente.
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