Los espejos intentando camuflar
los instintos más prohibidos,
la sangre cayendo por cada orificio
de esta catástrofe,
la vida tirita
en el filo de
las palabras que nunca se dicen.
Cierra las cortinas,
que nadie nos vea.
Que nadie nos vea destrozar
el tiempo,
darle la vuelta a los relojes,
acabar con todo lo establecido
y empezar a hacer
el salvaje
en nuestro pequeño
mundo inventado.
Que nadie nos vea
desgarrarnos el corazón,
que nadie nos vea
intentando hacer sangrar
más emociones,
que nadie nos vea
huyendo
de la rutina impuesta
y saltando
todos los semáforos en rojo.
Estás naranja,
parpadeas.
Y la noche deja sitio
para empezar a improvisar.
Empieza.
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