Siluetas que marcan el compás de tus latidos,
mientras tus pasos siguen
el culo de otra,
y yo viendo los toros desde la barrera.
Sé que si salgo a la plaza
voy a acabar desangrada.
Acabar mordiendo
el polvo,
y no echándolo,
no es un buen negocio.
Matemáticas del sexo,
y ese uno menos uno:
aquí no baila nadie.
Que se apague el universo si no vienes,
que se apaguen las luces si te vas
detrás de sus tacones,
que se apaguen
los latidos
si tus manos
tienen hambre de sus manos,
si tus labios tienen
sed
de su sonrisa.
Que se apague el mundo,
si no es mi nombre
el que recuerdas
cuando la noche
ya no deja sitio para nadie.
Que se vaya todo a la mierda.
No tengo tu tiempo,
no tengo tu boca,
y las manecillas del reloj
siguen girando.
Dicen que cuando no tienes nada que perder
no cuesta tanto.
Pero es mentira.
Tú no tienes palabras para mí,
y yo no tengo sitio
para más cicatrices.
Ojalá nunca.
Pero menos mal.
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