.

Hago nudos con tiras de papel, en blanco, por supuesto. Escribo en el viento, porque no quiero emborronar la blancura del folio con mis tachones (siempre presentes en todos mis escritos). Miro a mi alrededor, intentando inspirarme. Agridulce. Estoy enganchada a esa canción. Es mi nueva droga. Necesito notas que activen mi sopor. Necesito palabras que puedan sorprenderme. Algo que suene raro. Dímelo. Cántame algo que no haya escuchado. Salado. Como el sudor en tu piel. Como un día de verano. Túmbate a mi lado. Háblame de ti. Y no pares hasta que me quede dormida. Y cuando me despierte, sonríeme como nunca antes hayas sonreído. Que sólo sea para mí. Y mientras me miras con esa cara todavía adormilada, yo jugaré a mancharte con la pasta de dientes. Pensaré mil cosas bonitas, pero no te las diré. ¿A qué no las adivinas?