Wednesday, December 12, 2012

.

El señor Moss miró por toda la tienda con aire de conspirador; luego se inclinó y dijo, en todo confidencial:
- Voy a preguntárselo otra vez.
- ¿Él qué? ¿A quién?- dijo el muchacho, intrigado.
- Lo mismo que he preguntado a alguien todos los días de Año Nuevo durante los últimos diez años.
- Preguntando ¿qué? - insistió el niño, contemplando, con tristeza, su último caramelo.
- Preguntado si quería aceptarme, naturalmente- contestó el señor Moss, con gesto de desdén por la falta de inteligencia de Guillermo.
- ¿Aceptarle para qué? ¿Para qué quiere que le acepten, señor Moss?
- Como "marido"- contestó el dueño de la confitería, ruborizándose levemente.
- Hombre- observó Guillermo, muy serio-; yo no se lo hubiera preguntado a la misma mujer los diez años. Hubiera probado con otra. Hubiese seguido preguntándoselo a otra gente, si hubiese querido casarme. Encontraría usted alguien, con toda seguridad, que no tendría inconveniente en casarse con usted... sobre todo teniendo una tienda de caramelos. Debe de ser tonta esa señora. ¿"Sabe" ella que tiene usted una tienda de caramelos?
El señor Moss se limitó a suspirar y se metió un caramelo en la boca con aire de abstraída melancolía.

Richmal Crompton

No comments:

Post a Comment