Tuesday, October 1, 2013

Salió del bar corriendo en cuanto oyó golpes y gente gritando. Era habitual que los sábados a la noche se formaran peleas entre borrachos. Siempre había alguno que hablaba de más, o empezaba a meter cizaña, y claro, el alcohol no perdonaba. Parecía que se había liado una buena. Se juntó con los curiosos que salieron a mirar, y la escena la dejó totalmente planchada. Allí estaba él, en mitad de la calle, rodeado de otros cinco tíos, tirado en el suelo mientras no dejaban de darle patadas. No podía creerlo, ¡le iban a matar! ¿Cómo era que nadie hacia nada? Díos mío, tenía que hacer algo, ¿pero qué?
- Joder, ¡que le van a matar! ¡Que alguien haga algo!
- Llevan navajas, y el más grande nos ha advertido que cualquiera que se atreviese a entrar acabaría rajado. Hemos llamado a la poli, pero no llegan. 
- Panda de inútiles, ¿y pensáis dejarle sólo? Me cago en todo, voy a entrar.
- Estas loca, te van a matar.
- Pues que me maten. - Y empezó a correr. 
Entró dentro del círculo de tíos y se agachó junto a él. Estaba semi-inconsciente, sangrando por la nariz y por la boca, y con un ojo completamente morado. Ni siquiera se acordó de los tíos. No oía nada, no veía nada más allá de él. No sabía cuanto tardaría la policía y él necesitaba una ambulancia. Le habían pateado todo el cuerpo y no reaccionaba. Le puso la cabeza encima de su regazo e intentoó protegerle de los golpes.
- Quita de ahí canija de mierda, o acabarás cómo él. - Le dijo uno de ellos, en un tono fiero que podía hacer temblar a cualquiera.
- Déjame en paz, mamón. - Y siguió abrazándole, e intentando pararle la hemorragia de la nariz. No podía soportar verle así. Tenía ganas de llorar, de gritar, de cogerle en brazos y llevárselo de allí. De repente, sintió un golpe fuerte en la espalda, y cayó rodando hacia un lado. Luego alguien le golpeó la tripa y sintió que iba a reventar de dolor. Intentó levantarse, pero justo cuando consiguió ponerse de rodillas la volvieron a empujar. Joder, le estaban dando bien. Pero tenía que levantarse, tenía que llegar a él. Tenía que protegerle. Oyó más golpes, y pensó que acabarían con él. Un grito de dolor cortó el aire, y a ella le dolió más que cualquier empujón, que cualquier patada. Era él, agonizando en su semi-inconsciencia. Se levantó con una agilidad nunca antes demostrada y se tiró encima de él sin pensárselo dos veces. No iban a tocarle. No mientras ella siguiera respirando. Cerró los ojos, y se apretó fuerte contra su pecho. Ya no sentía nada, sólo era consciente de su cuerpo bajo el de ella, del olor a sangre, de su silencio. Una angustia incontrolable la agarró el pecho. Se acercó a su nariz, y se aseguró de que seguía respirando. Dejó de sentir golpes en la espalda, y parecía que se oía menos ruido. A lo lejos, le pareció oír una sirena. ¿Sería verdad? Sí, era verdad, llegaba la policía. Los cinco tíos, y otros tres más, intentaron salir corriendo, pero entonces, la gente que no se había atrevido a intervenir, se tiró encima cortándoles el camino. Le daba igual lo que pasara. Le daban igual esos tíos, le daba igual la gente. Sólo quería cerciorarse de que él estaba bien, de que él estaría bien. Tenía golpes en las costillas y en la espalda, pero no sentía el dolor. Una preocupación atroz la devoraba. Se incorporó y le miró a la cara. Estaba destrozado. Le sangraba la cara por todas partes. Tragó saliva, mientras se le formaba un nudo en la garganta. Le cogió la cabeza otra vez y se la puso en su regazo. Se agachó para hablarle, a ver si conseguía que reaccionara.
- Te vas a poner bien, ya verás. - Se le habían humedecido los ojos. Verle en aquel estado le partía el alma en dos. - Te vas a poner bien, tienes que ponerte bien, ¿vale? ¿Puedes oírme? Por favor... por favor, abre los ojos.
Le costaba respirar con dificultad, pero al menos seguía respirando. No podía creerse que estuviera allí tumbado, inconsciente, y con la cara totalmente destrozada. Llevaba tiempo mirándole, intentando acercarse a él, pero nunca había entablado una conversación. Era difícil, porque no compartían círculos de amistad, y tampoco coincidían mucho. Un día le miró, y desde ese día no había conseguido dejar de mirarle. Estaba como obnubilada, completamente atontada. Le miró a la cara. Suspiró. Le acarició suavemente la mejilla izquierda. 
La ambulancia ya había llegado. Se acercaron a él, comprobaron que efectivamente respiraba, aunque con dificultad y le subieron a la camilla. Ella se levantó, y se quedó con él agarrándole la mano.
- ¿Qué le ha pasado?- Le preguntó el enfermero, mientras intentaba asentarle la cabeza y ponerle bien los brazos.
- Le han dado una paliza.. eran cinco tíos.. le han dado patadas, y de todo.. y le sangraba la nariz, he intentado tapársela pero seguía sangrando.. y.. y la boca también.. lleva un rato sin reaccionar.. y le cuesta respirar.. ¿por qué le cuesta respirar?.. ¿se va a poner bien?.. dime que se va a poner bien. - Estaba temblando de arriba abajo de la angustia que tenía.
- Tranquila, respira. Si, se va a poner bien. Pero ahora tenemos que llevárnoslo.
- Sí, sí.. vale..
Se acercó a la camilla y vio que había abierto un poco los ojos. Le miró y le temblaron las piernas.
- Te vas a poner bien ¿vale? Ya verás.
Intentó incorporarse un poco pero resultó inútil. Giró la cabeza para mirarla mejor. Le dolía el cuerpo entero. Le acarició la mano levemente y la miró a los ojos. Le costaba respirar y tuvo que hacer un esfuerzo enorme para pronunciar la frase.
- Sí.. me voy a poner bien.. tengo que ponerme bien, para besarte.. para besarte y no soltarte. - Tosió, y volvió a cerrar los ojos.
Los enfermeros empezaron a empujar la camilla, y tuvo que soltarle la mano. Vio cómo le metían en la ambulancia con el corazón encogido. Se quedó allí parada, mientras veía como se lo llevaban. Le dolía el cuerpo entero, pero no importaba. Sonreía.


1 comment: