Friday, November 1, 2013

- Me está jodiendo.
- ¿Y eso? Pensaba que lo llevabas guay.
- Yo también. Pero no. Me está jodiendo. Me está jodiendo mucho. No soporto, no soporto que me hable de él. Me vuelve loco. Y no soporto tener que ser su puto hombro cuando él le hace alguna putada. Y siempre le hace putadas. Es así de hijo de puta. Y no puedo con el hecho de estar sentado con ella en el sofá y no poder ni siquiera tocarle la pierna, o acariciarle el pelo. Es superior a mis fuerzas. No soporto que me mire de esa manera, con un cariño infinito, pero sin pasión, sin deseo. No soporto ser su osito de peluche. No soporto irme con ella de compras, y que me pregunte ¿crees que le gustará? cuando para mí está preciosa con cualquier cosa que se ponga, y él nunca le dice lo guapa que está. Y lo bonita que es, joder, lo bonita que es cuando bosteza. Cuando tiene tanto sueño que ya no puede más. Es como una niña pequeña. Y sólo quiero llevarla a la cama, arroparla, y darle un beso en la frente. Y mirarla, y mirarla, y no dejar de mirarla. Y me jode, me jode tanto, estar a dos centímetros de ella, y no poder tocarla. Verla saltar los charcos, y no poder besarla. Me está jodiendo. Cada puto segundo que pasa, me está jodiendo. Nunca hubiera creído que llegaría a sentir esto por ella. Pero sí joder, lo siento. Y ella no. Ella está enamorada de un puto subnormal que no la merece. No la merece. Él no sabe lo que es, verla llorar y que tu corazón se parta en dos. No sabe lo que es, ir corriendo a buscarla a las cinco de la mañana, porque ellos han discutido, y él se ha cabreado y la ha echado de casa. No sabe lo que es, llegar sin aliento, y verla sentada en el portal, llorando, tan frágil e indefensa, con la cara llena de ronchones de rimmel, y con una mirada capaz de hacer que se pare el mundo. Porque por ella hago lo que sea. Y la abrazas, y la llevas a tu casa, y la consuelas y le preparas una tila caliente, le dejas un pijama, y mantas, y te quedas viendo como se hace un ovillito en el sofá, y se duerme sollozando. Estas a años luz de llegar a ella. Y te metes en tu cama, sólo, completamente jodido, destrozado. Sólo tienes ganas de matarlo. Pero no le matarías, porque eso haría que ella llorara, y si ella llora, el mundo no tiene sentido. Y tienes que conformarte con ser su puto mejor amigo, con salvarla cada día, con estar ahí para cuando ella no tenga a donde ir. Y casi nunca tiene a donde ir. Y sabe que tu puerta estará siempre abierta para ella. Lo que no sabe, es que te mueres por cerrarla una vez que entre, por encerrarla entre las cuatro paredes de tu habitación, y hacerle el amor eternamente. Por protegerla y cuidarla todos los días de tu vida. Lo que no sabe, es que desde que ella está, todos los demás se han ido. Porque no importan. Porque nada importa. Porque te ahogas cada segundo que pasas sin ella, y no sabes vivir. Y sobrevives como sea a otro día más así. Sobrevives como sea al terremoto y al huracán que se juntan en tu pecho cada vez que se aleja de tu lado, y sobre todo, cada vez que se acerca a menos de diez centímetros de ti.

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