Thursday, November 8, 2012

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No me gustan los ascensores. Pero nada. Te pasas no sé cuantos segundos metida en un cacharro que cuelga de unas cuerdas atadas a unas poleas que se mueven con un motor, que tiene toda la pinta de ser super viejo y de hacer PUM! en cualquier momento, y caer desde un décimo en caída libre, pues no tiene que molar. Y claro, vas en tensión todo el rato, pensando en lo seguras que son las escaleras, pero que 10 pisos son muchos, y bajarlos bueno, no cansa, pero subirlos un montón, y teniendo ascensor pues parece de idiotas subir andando ¿no? Y pues lo coges. Y luego estás ahí metida, y entra gente, y no sabes de que hablar, porque no les conoces, y te miran raro, y tu estás ahí como mirando al techo, o haciendo como que tienes algo en el móvil, y parece que pasan 5 minutos, y solo llevas 25 segundos ahí metida. Y que puto estrés. Y a veces te empiezan a hablar del tiempo, y no sabes muy bien que decir, porque no tienes ni idea de lo que han anunciado y no has salido al balcón para ver que temperatura hace, y claro te quedas como una idiota repitiendo: es normal, ya estamos en noviembre.. O lo que sea. Y esas conversaciones deberían estar prohibidas, porque son super incómodas, y pareces idiota hablando, y yo creo que la gente piensa que soy boba o algo. Y luego a parte de todo esto, está lo de los olores. Que tu entras a la mañana, e igual ha entrado antes una señora que llevaba un montón de colonia, y deja un tufo de la ostia, y tu acabas de desayunar, y joder no tienes el estómago para eso, y te mareas, y te cagas en todo. Y así todo el rato. Y entonces piensas: como odio el puto ascensor. Y seguidamente: de mayor pienso vivir como máximo en un tercero.

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