Wednesday, November 21, 2012

:)


No soporto los días en los que hace sol pero el termómetro marca bajo cero. No me gusta mojarme los pies. Me pone de muy mala ostia que me toquen el pelo. Odio el pelo corto. No me gusta depilarme. No me gustan las uñas de mis manos. Las de los pies sí. Siempre tuve complejo de mi nariz. La forma de mi cabeza tampoco me gusta. Me gustan mis brazos. Y definitivamente adoro mis pies. Es lo que más me gusta de mi. No me gusta el ruido de la cucharilla cuando la gente remueve el café. Tampoco me gusta el café. Odio madrugar. Y odio levantarme tarde. Y nunca sé cual es la hora intermedia entre esos dos puntos. Odio salir de la ducha y que el baño esté congelado. No me gusta cuando sale vao de mi boca. La nieve es preciosa para verla, no para pisarla. Odio el suelo mojado. Me patino constantemente y parezco idiota. Siempre he tenido miedo de darme una ostia cuando corro en esos días de suelo mojado. No me gusta esperar colas. Como norma general no me gusta esperar. Apuro siempre los minutos para el bus. Casi siempre lo cojo. Odio cuando se me escapa en mi cara. Y más si he corrido y aún así no lo he pillado. Odio ir de pie en el autobús rodeada de gente y sin apenas oxígeno para respirar. Sobre todo en verano, cuando todo el mundo está sudado y huele fatal. Me mareo con más facilidad. Del verano no me gustan los mosquitos. El zumbido que hacen a la noche me exaspera. No me gusta que la temperatura pase de los 30. No soporto bien tanto calor. No me gusta sudar cuando no he hecho deporte o he bailado. Sudar por sudar lo veo inútil. No existe desodorante capaz de superar esas temperaturas. Todos me dejan tirada. Y me da rabia. Tampoco me gustan las bebidas con hielo. Tengo las encías sensibles. No me gusta estar de farra entre mucha gente. Me agobio enseguida. Prefiero que los bares estén vacíos. Así puedo bailar. No me gusta llevar bolso cuando salgo a la noche. Es necesario, pero un estorbo inigualable. Odio con todas mis fuerzas llevar paraguas. Prefiero mojarme. Todos se rompen, se dan la vuelta o se te meten en el ojo o se te enredan en el pelo. Odio a la gente que se cruza conmigo y que me mete las varillas del paraguas en el ojo. Odio que cuando tienes prisa y vas rápido la gente no pare de cruzarse en tu camino, y tu tengas que hacer la de ir esquivando en plan peli de acción (bueno esa parte en realidad mola bastante). Odio que me caigan gotas de las jardineras cuando alguien acaba de regar. Odio pisar cosas pegajosas. Odio que los planes se cancelen en el último momento. No me gusta cuando abro el armario del chocolate y descubro que no queda chocolate. O cereales. No, eso no me gusta nada. No soporto tener que desprenderme de pantalones viejos. Ni de mis zapas viejas. Odio estrenar un billete para pagar una chorrada que no vale casi nada. No me gusta que la gente beba de mi vaso y no me gusta beber de los vasos de los demás. Los bares de dos pisos me sacan de mis casillas. Los ascensores me dan mal rollo. Las pelis de miedo me dan pavor. Soy incapaz de verlas. Toda superficie punzante es algo de lo que alejarse. Las arañas son un enemigo a destruir. Las ratas y las palomas son los animales que más asco me dan. Los gatos no me gustan nada, pero los puedo mirar. Odio la coliflor. Y las pencas. Y la sopa de pescado. Una de las cosas que más rabia me da en el mundo es que un CD venga sin librillo con las letras. Eso, no me gusta nada.

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