Sunday, June 30, 2013

Y si crees que en una copa de vino,
podrás ahogar su cara,
estás equivocada.

Sus piernas al rozar,
las sábanas a la mañana,
haciéndote temblar,
mientras el sol aclara,
los mechones de su pelo

Sus lunares al oeste de su espalda,
y esa forma que tiene de morder,
cada esquina del colchón,
sin soltar ningún gemido.

Es la más perfecta estrella,
que jamás cayó a la tierra.
La intentaste conservar,
encerrándola en tu piel,
en el rincón más recóndito,
para que nadie más
pudiera ver
el milagro que escondía
bajo su ombligo.

Dejaste morir aquellas noches
de amor salvaje,
de pasión prohibida,
entre el cielo
y vosotras dos.

Demasiado loca por ella,
demasiado loca.

Ella no podía ser,
una mota de polvo,
en un pasillo apagado.
No, ella no podía ser.

Y mientras caminaba despacio,
con el pelo a la altura de sus caderas,
y el humo del cigarro
agarrándose a su piel,
supiste,
en ese instante,
lo mucho que iba a doler.

Por eso, no intentes ahogarla
en ninguna copa
a destiempo,
en cualquier amanecer.
No vas a poder.

Sus ojos serán fantasmas para siempre,
de los que no podrás escapar,
ni siquiera sin querer.



No comments:

Post a Comment