Ya no soplamos abuelitos,
a esas horas de la tarde.
Crecimos sin querer,
tan de pronto,
que casi no nos percatamos.
Y las bifurcaciones del camino,
suelen ser muy mala gente.
Pero siempre te encontraré
en nuestro parque,
a esas horas de la tarde,
cantando a voz en grito,
casi tocando el cielo.
Casi tocando el cielo.
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