Al
final perdí el pañuelo amarillo.
¿Te lo
puedes creer?
La vida
me jode
cuando
roza mis vértices,
cuando
llega a esos puntos
débiles
que jamás le enseño a nadie.
Me
desmorono.
No
necesito que nadie me recoja,
estaré
bien mañana por la mañana.
Ahora
déjame romperme.
Con esa
canción
en mis
oídos,
fuerte,
a punto
de reventarme los tímpanos,
me
estoy imaginando en cualquier otro lugar.
Que
curioso,
acabo
de llegar a casa,
y ya me
quiero ir.
No me
quiero ir.
Sólo
volar,
sólo
rozar
un poco
más el sur.
Mi mapa
y tu mapa no coinciden,
no
encontraremos el punto de
“están
ustedes aquí”.
Y no me
importa.
Puedo
romperlos todos,
rehacer
cada coordenada,
cambiar
las latitudes.
Sólo si
me dices
que no
lo haga.
(Lo haré.)
Sólo si
me prohíbes acercarme.
(Me
acercaré.)
Mientras
tanto,
me
alejo
como
las pierdas del río
se
alejan hacia el mar.
Como una jodida estrella fugaz.
Que
pasa y brilla,
pero
nunca se queda.
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