A quemarropa,
sin planes B.
Sin miradas que prometan
algo parecido a un cielo.
Como si la vida sólo fuera un lugar
al que salir a enfrentarse a los leones.
Esperando un dedo gordo que te de la salvación,
o te condene al infierno más cruel y descarnado.
Aunque parece que a veces
morir sea más fácil que vivir.
Y aunque morir nunca sea lo que elegimos,
si lo piensas bien, la mayoría de las veces,
tampoco elegimos vivir.
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