Siempre
estaba preguntando cosas
que
nadie sabía responderme.
Hasta
que me di cuenta
de que
la respuesta
no era
lo importante.
Como
cuando empiezas
a arrancar los pétalos de una margarita,
esperando
que te de la solución,
cuando
en realidad
lo
importante
es el
hecho de arrancarlos.
Por
alguien.
¿No?
Entendí
que mi espíritu
consistía
en preguntar.
Que eso
es lo que era.
Una
niña loca
que
nunca perdía la curiosidad.
Y no la
pierdo.
Me han
enseñado mil mierdas
sentada
delante de una pizarra,
esperando
que alguna de esas bocas
pudiera
recitarnos el misterio del universo.
Pero no
lo hicieron.
Y nadie
preguntó.
Siento
que si no hacemos preguntas,
nos
perdemos algo muy importante.
La
capacidad de cuestionar lo que nos dicen,
lo que
nos enseñan,
lo que
se supone que es, porque así está establecido.
¿Tú quién eres?
¿Hoy que
sientes?
¿En qué piensas?
Yo
estoy deshojando margaritas,
A
pregunta por pétalo.
Y creo
que Marx tenía razón.
Pero no
se lo digas a ellos.
Si
vienes aquí conmigo,
te haré
esa pregunta
que no
que quiero que sea respondida.
¿Quieres
bailar conmigo?
Cierra
la puta boca,
Y
sácame a bailar.
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