Escribir no es sólo unir unas palabras con otras haciéndolo bonito. No es sólo una organización concreta de los sintagmas. No es sólo colocar bien el sujeto y detrás el predicado y toda esa parafernalia que te enseñan en el cole. Escribir no es sólo poner bien las comas, los puntos, los signos de interrogación, las comillas. Escribir no es sólo saber utilizar sinónimos, y respetar la ortografía, y no olvidarte de las tildes. No, escribir no es sólo eso. Y eso ya es mucho. Es algo más, bastante más que eso. Escribir es darles vida a las palabras. Es crear significados que no están en el texto. Es hacer volar la imaginación a diferentes niveles. Es decir, y no decir. Lo que se escribe y lo que no se escribe. Escribir es los tres puntos que están llenos de palabras, las líneas que están llenas de silencios. Escribir es escupir. El alma, el corazón, los pulmones. Escribir es obsesión. Locura. Escribir es redención. Cura. Escribir es encontrar, encontrarte. Escribir es escapar, salir corriendo. Escribir es regresar, volver a casa. Escribir es saltar, tirarse al vacío. Escribir es bucear, bajar a lo más hondo, ahogarte. Escribir es respirar, sentir el aire, salir a flote. Escribir es sangrar, desangrarte. Dejar de ser para serlo todo.
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