Wednesday, June 25, 2014

No tiene ningún puto sentido.
No tengo.
Sentido.
Ninguno.
Sin direcciones marcadas,
tropiezo en cada piedra.
En la misma de siempre.
Me la conozco bien.
Y aún así sigo sin ser capaz
de esquivarla.
Cada caída es un nuevo comienzo,
y cuando sale el sol la vida en blanco y negro.
A cámara lenta
esos recuerdos
en los que sales tú
intentando hacerme reír entre
las lágrimas.
Todavía duele.
La ausencia pesa
como el plomo
y entre mis manos
ceniza.
¿Dónde estás?
El horizonte queda tan lejos
que ni siquiera hago el amago
de intentar tocarlo.
Te pregunté si querías bailar conmigo
Y me dijiste que no.
Bailé sola en medio de la calle.
Estaba llena de gente pero no me importó.
Y así
tropecientas veces.
Quizá era verdad
Que no podíamos ser.
Que no íbamos a ser.
Que no pudimos tanto.

Y mi vida es un largometraje en color sepia
con ese leitmotiv sonando
suave
y conmigo dando vueltas.
Al menos aprendí
a seguir bailando sola.
A no parar aunque no tuviera
otro par de pies
acompañando a los míos.
Bailé con la vida
Y me pisó los pies.
Sí.
Pero seguí bailando.
Mi pista de baile es el mundo,
y mi pareja de baile
la musa eterna
que duerme conmigo en mi colchón.

Estoy bien,
no te preocupes.


Estoy bailando.

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