Y quizá con mis dedos en tu espalda.
Y quizá con las persianas bajadas.
Mientras
el sol duerme
y la
luna sale a bailar un rato
uno de esos tangos
que terminan
en la cama
en cualquier noche de verano.
Quizá,
con tu mano en mi boca.
Tapando
los gemidos
entrecortados
que estallan
en
mitad del silencio.
Como si
no tuvieran otra opción
que
salir corriendo
y romper contra los átomos de aire.
Explotar.
Como si no hubiera otra opción
que sellar todas tus moléculas
con las yemas de mis dedos.
Como si la vida empezara y terminara en ti.
Éxtasis.
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