Saturday, July 21, 2012

About me.


No soporto los días en los que hace sol pero el termómetro marca bajo cero. No me gusta mojarme los pies. Me pone de muy mala ostia que me toquen el pelo. Odio el pelo corto. No me gusta depilarme. No me gustan las uñas de mis manos. Las de los pies sí. Siempre tuve complejo de mi nariz. La forma de mi cabeza tampoco me gusta. Me gustan mis brazos. Y definitivamente adoro mis pies. Es lo que más me gusta de mi. No me gusta el ruido de la cucharilla cuando la gente remueve el cafe. Tampoco me gusta el café. Odio madrugar. Y odio levantarme tarde. Y nunca sé cual es la hora intermedia entre esos dos puntos. Odio salir de la ducha y que el baño esté congelado. No me gusta cuando sale vao de mi boca. La nieve es preciosa para verla, no para pisarla. Odio el suelo mojado. Me patino constantemente y parezco idiota. Siempre he tenido miedo de darme una ostia cuando corro en esos días de suelo mojado. No me gusta esperar colas. Como norma general no me gusta esperar. Apuro siempre los minutos para el bus. Casi siempre lo cojo. Odio cuando se me escapa en mi cara. Y más si he corrido y aún así no lo he pillado. Odio ir de pie en el autobús rodeada de gente y sin apenas oxígeno para respirar. Sobre todo en verano, cuando todo el mundo está sudado y huele fatal. Me mareo con más facilidad. Del verano no me gustan los mosquitos. El zumbido que hacen a la noche me exaspera. No me gusta que la temperatura pase de los 30. No soporto bien tanto calor. No me gusta sudar cuando no he hecho deporte o he bailado. Sudar por sudar lo veo inútil. No existe desodorante capaz de superar esas temperaturas. Todos me dejan tirada. Y me da rabia. Tampoco me gustan las bebidas con hielo. Tengo las encías sensibles. No me gusta estar de farra entre mucha gente. Me agobio enseguida. Prefiero que los bares estén vacíos. Así puedo bailar. No me gusta llevar bolso cuando salgo a la noche. Es necesario, pero un estorbo inigualable. Odio con todas mis fuerzas llevar paraguas. Prefiero mojarme. Todos se rompen, se dan la vuelta o se te meten en el ojo o se te enredan en el pelo. Odio a la gente que se cruza conmigo y que me mete las varillas del paraguas en el ojo. Odio que cuando tienes prisa y vas rápido la gente no pare de cruzarse en tu camino, y tú tengas que hacer la de ir esquivando en plan peli de acción ( bueno esa parte en realidad mola bastante ). Odio que me caigan gotas de las jardineras cuando alguien acaba de regar. Odio pisar cosas pegajosas. Odio que los planes se cancelen en el último momento. No me gusta cuando abro el armario del chocolate y descubro que no queda chocolate. O cereales. No, eso no me gusta nada. No soporto tener que desprenderme de pantalones viejos. Ni de mis zapas viejas. Odio estrenar un billete para pagar una chorrada que no vale casi nada. No me gusta que la gente beba de mi vaso y no me gusta beber de los vasos de los demás. Los bares de dos pisos me sacan de mis casillas. Los ascensores me dan mal rollo. Las pelis de miedo me dan pavor. Soy incapaz de verlas. Toda superficie punzante es algo de lo que alejarse. Las arañas son un enemigo a destruir. Las ratas y las palomas son los animales que más asco me dan. Los gatos no me gustan nada, pero los puedo mirar. Odio la coliflor. Y las pencas. Y la sopa de pescado. Una de las cosas que más rabia me da en el mundo es que un CD venga sin librillo con las letras. No me gusta el olor de las perfumerías. La mezcla de olores me da dolor de cabeza. No soporto el momento en el que me toca abrir las bolsas de plástico para meter la compra. Nunca consigo abrirlas, y mientras veo como toda mi compra se va amontonando me entra una sensación de agobio asfixiante. A, y sobre todo no soporto planchar.

Adoro la lluvia. El sol y el viento. La brisa del mar. Los días de playa. Ese olor a salitre y a arena. Me encanta el mar. Me enamora. Podría mirarlo siempre y no cansarme nunca. Quiero vivir frente al mar. Es el azul más bonito que existe. Ese y el del cielo. Me encanta mirar al cielo. Ver como cambian las nubes. Soñar con que puedo tocarlas. Siempre me pregunté como tiene que ser tocar una nube. Hasta que descubrí que no era algo como el algodón, simplemente era vapor de agua. Me gusta tumbarme en la hierba. Y ponerme descalza. Tocarla. Y su olor. Me gusta el olor de la hierba. Los árboles también me gustan. En primavera y en otoño cuando más. Sus ramas, y la sombra que dan. Y que bonitos quedan a lo lejos, formando un montón de diferentes verdes. Me encantan los días en los que llueve mucho. Los chaparrones. El sonido de la lluvia de fondo. Me relaja. Me da paz. Y ver como se van formando los charcos. De pequeña me encantaba pisarlos. Eso era porque llevaba catiuscas y no se me mojaban los pies. Ahora se me mojan los pies. Asi que no los piso más. Me encanta que la lluvia me moje el pelo. Y más aun el olor del pelo mojado. Dios, me encanta el olor del pelo mojado. Una ducha caliente cuando llegas empapado a casa. Y ponerte el pijama. Y tomarte un cola cao caliente. Me chiflan los grumos del cola cao. Desde pequeña los persigo con la cuchara. Es la mejor parte. Me encanta cantar a voz en grito en mi cuarto. Y bailar como una loca por toda la casa cuando estoy sola. Me encanta bailar. Poner mis CDs en el reproductor de la sala. A todo volumen, haciendo vibrar la habitación. Siento como que floto. Me encanta esa sensación. Vestirme a mi manera. Me encantan los pantacas anchos, y las sudaderas XXL. Mis zapas. Adoro ir en zapas por la vida. Es el mejor calzado que existe. Es en lo primero que me fijo de un tio. Siempre sabía la marca de zapas de los tios que me molaban. Y todavía lo sigo haciendo. A y que no se me olviden las chancletas. Es genial andar con chancletas, me encantan. Las gorras. Quiero hacer colección. Son el mejor complemento. Y los petos. Esa eterna búsqueda de un peto que todavía no he conseguido. Pero espero hacerlo alguna vez. Me encanta escribir. Soy lo que escribo. Paso horas y horas escribiendo. Es mi pasión. Y leer. El olor de un libro viejo es algo mágico. Y el tacto de sus páginas bajo los dedos. Me encanta reirme. Sobre a todo a carcajadas. Cuando te duele el estómago pero no puedes parar. Esa sensación es cojonuda. Me encanta el fútbol. Verlo y jugarlo. Y sobre todo el sonido de la bota contra el balón cuando le pegas fuerte. Adoro ese puto sonido, es genial. El agua. Verla y tocarla. Nadar y bucear. De pequeña nunca salía del agua, mi madre se volvía loca intentando llevarme a la toalla. Y la arena. Adoro la arena. Pisarla y hacer agujeros, o revolcarme en ella. Mi toalla siempre está llena de arena, porque en la playa no puedo estar quieta. Me encanta el campo, pero los bichos ya no tanto. Las flores y sus colores. El olor de la lavanda. Joder, adoro la lavanda. Y el romero, y el brezo. Y alas margaritas que van pintando de lunares los mantos de hierba verde. Las amapolas. Y el trigo. Y las amapolas que crecen en mitad del trigo. Las miradas. Una fanática de las miradas. Te dicen todo lo que tienes que saber si te paras a leerlas. Sobre todo esas miradas con tus mejores amigas, en las que se dice todo, y nos entendemos al segundo. Y las sonrisas. Las de ellas. Las que me hacen sonreír a mi. Los niños. Y los ancianos. Los niños con su inocencia y su curiosidad. Los ancianos con su sabiduría y su experiencia. Te transmiten tanta ternura. Son geniales. Una buena película una tarde de domingo. Y las palomitas del cine. Y los diálogos. Adoro los diálogos. Cuando pasa algo estremecedor en la pantalla y no puedes evitar las lágrimas. Me encanta llorar conn las películas. Y lloro casi siempre. Los perros. Casi todos. Los grandes, los pequeños suelen ser muy feos. Los perros son lo mejor que hay. Tan leales. A veces muchísimo mejores que los seres humanos. Aunque parezca increíble es así. La mía era la mejor del mundo mundial. La echaré de menos el resto de mi vida. Tatuada en el corazón, en el alma, y en el dedo del medio. Para siempre.

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