El alma se desgarra en pedazos. Los recompongo con paciencia. Cosiendo cada retal que dejó la desolación más profunda, a uno más nuevo, más sonriente. Es difícil, definitivamente una ardua tarea. Y la memoria no me ayuda.
Descubrir cicatrices nuevas, y descubrir que hay heridas que no cerraron nunca. Descubrir que por mucho que los cosas, siempre habrá pedazos de tela que se perdieron en el camino. Y esos, ya no los recuperas.
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