Saturday, July 21, 2012

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No sabría que tipo de análisis hacer. Quizá es verdad que ciertas heridas no curan nunca. Las llevo abiertas en ambos costados. Sangran cuando menos me lo espero, y me impiden avanzar como quisiera. Algunos dirán que no importa… A mi me siguen rompiendo el alma.

Y no es que pueda arreglar aquello que se rompió no sé cuando, ni dónde, ni porqué maldita razón. Está roto. Roto para siempre. Y cada día intento poner un parche, una tirita, un vendaje… Pero a la hora de la verdad la sangre sigue brotando. Y no me libro del castigo de ser yo. Ese maldito castigo de ser yo…

Y es que no sé que tipo de análisis hacer. Quizá las heridas ya cerraron hace tiempo y lo único que queda es el eco de esa voz que me decía que podía ser posible. ¿Nunca lo fue sabes? Nunca lo fue. Viví colgada de una ilusión sin futuro, que se desplomó con el mínimo soplo de viento. Cayó al suelo y nunca más consiguió volar. Y yo me escondí en mi rincón, con las alas rotas.

¿Y qué si todo es mentira? ¿Qué si cada lágrima, cada suspiro de dolor, cada latido de más, cada momento de flaqueza, cada vuelta de cabeza es falso? Una realidad ficticia, algo que no merece la pena tomar en cuenta. Algo que está ahí pero que no te toca, que no te roza. Que simplemente tiene que ser. Un universo paralelo de color gris, una leve sombra de nuestro mundo de colores. Puede que me creyera tanto la existencia de este mundo que me quedé atrapada en él, viviendo cada momento y cada instante como si fuera el real, sin darme cuenta de que aquello existía solo dentro de mi cabeza, solo dentro de mi cabeza.

¿Acaso estoy loca?

A estas alturas, no es que me importe demasiado. Viví demasiadas horas atrapada dentro de un reloj que contaba otras horas. Y ya va siendo hora de escapar.

Quiero vivir en mi mundo de colores. ¿Y sabes que es lo mejor de todo? Que es mío y nadie me lo puede quitar. Porque este también está dentro de mi cabeza. Todos los mundos en los que vivo están dentro de mi cabeza. El planeta tierra es real, pero el mundo en que vivimos es relativo. Einstein estableció que cada ser humano tiene su propio tiempo. Por tanto, creo que me es lícito decir que cada ser humano tiene su propio mundo, o si prefieres, su propia visión del mundo, su propia percepción del mundo, sus propios colores.

Y ahora cuéntame, ¿cómo es el tuyo?

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