Sunday, January 6, 2013


Quizá no valgan una o dos veces. Quizá hagan falta un millón. Y me da igual.

El piano perdiéndose en esos acordes. Me devuelve a todas las veces que alguien me rompió el corazón. Una vez. Dos. Un millón. Da igual.

Las lágrimas al borde del abismo. No quieren salir. Pero al final siempre suelen terminar cayendo. Qué difícil. Mantener a salvo el corazón. Protegerlo sin sentir es improbable. Y sentir y mantenerlo a salvo imposible. Nos lanzamos al vacío una y otra vez. Esperando que alguien nos recoja esta vez, justo antes de tocar el suelo. Pero los brazos no llegan. Y la caída ya duele demasiado.

Sí, recuerdo que dolía demasiado.

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