Otro día más en el que el peso de toda esta mierda me deja tirada en el sofá, sin nada más que hacer que mirar por la ventana. Llueve, y todo está gris. Me da igual. A la noche vuelven los demonios y la oscuridad se convierte en mi peor enemigo. Insomnio repentino, insomnio consagrado. No sé a que hora conseguí dormirme anoche. Sé que hacia las 4 he mirado el reloj, dando vueltas otra vez. Y a la mañana, ninguno de mis pies se ha dignado a levantarse de la cama. Un día más que fracaso en el intento. Mañanas tediosas en las que no sé quién soy ni qué estoy haciendo. Y el odio se acumula en cada rincón. También la desesperación. No quiero más pastillas.
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