Monday, February 4, 2013

Un sabor agridulce en los labios. Quizá sean las lágrimas que cayeron. Me cuentan lo estúpida que soy. Su mano estaba cerca. ¿Por qué no la agarré? Le echo de menos. Y solo han pasado algo más de 250 minutos. No es tanto, ¿no? Puedo con el peso de las horas perdidas en el tedio de una tarde solitaria. Pero no puedo soportar estar a 30 centímetros de él, y no tocarle. No puedo con el peso del tiempo desperdiciado estando él a mi lado. Tan cerca, tan lejos. Dos cabezotas jugando a ver quién puede más. Y así los dos perdemos. Ya me lo ha dicho: no puedes hacer esto, no puedes no vivir. Tienes que cambiarlo. Y tiene razón. Tengo que empezar a vivir todas y cada una de las horas de mi vida. Y cuando él esté cerca, todavía más.

Porque vivir con él, es vivir el doble.

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