Por si vuelves algún día. Dejaré la puerta del balcón abierta. Quizá aparezcas con el pelo alborotado y moviendo la cola. Quizá aparezcas, como aquel día de principio de verano en el que te vi y me enamoré al momento. Tan pequeña, tan bonita. Hecha un ovillo en un rincón de la cocina. Han pasado muchos años ya, desde aquella maldita tarde de domingo. Y llámame ilusa cariño, pero todavía me queda alguna esperanza latiendo en el pecho. Cada vez menos, pero todavía quedan.
Y quizá, en algún momento, en algún lugar, podamos vernos de nuevo pequeña.
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