no podían decirme sencillamente que no
tenían un cigarrilo. tenían que soltarme su publicidad, su religión: los
cigarrillos eran para novatos. ellos se iban a Malibú, a una cabaña y quemaban
un poco de yerba. me recordaban, en cierto modo, a las viejas que venden en una
esquina <<La Atalaya>> de los testigos de Jehová. toda la tropa del
LSD, el LST, la marihuana, la heroína, el hashish, el jarabe para la tos, sufre
del prurito <<Atalaya>>: tienes que estar con nosotros, hombre, si no
te quedas fuera, estás muerto. esta propaganda es una constante y similar
OBLIGACIÓN de todos los que le dan al asunto. no es raro que los detengan: no
pueden usarlo tranquilamente para su placer; tienen que DEMOSTRAR que están en
el rollo. además, tienden a ligarlo con Arte, Sexo, el escenario Marginal. su
Dios del Ácido, Leary, les dice: <<dejadlo todo. seguidme.>> luego,
alquilan un local aquí en la ciudad y les cobran cinco dólares por cabeza por
oírle hablar. luego llega Ginsberg al lado de Leary. luego Gisenberg proclama a
Bob Dylan gran poeta. autopropaganda de los devoratitulares del orinal de la
mierda. Norteamérica.
...
y que la yerba cree arte, resulta dudoso,
muy dudoso. De Quincy escribió algún material bueno, y <<El comedor de
opio>> estaba lindamente escrito, aunque a ratos resultase bastante
pesado. y es propio de la mayoría de los artistas probarlo casi todo. son
aventuraros, desesperados, suicidas, pero la yerba viene DESPUÉS, el Arte ya
está allí, viene después de que el artista ya está allí. la yerba no produce el
Arte: pero a menudo se convierte en el terreno de juego del artista consagrado,
una especie de celebración del ser, esas fiestas de yerba. y también algún
material cojonudo para el artista: gente cazada con los pantalones espirituales
bajados, o, si no bajados, mal abrochados.
...
yo, por mi parte, puedo sacar más de un
par de buenas latas de cerveza. no le doy a la yerba, no por la ley, sino
porque me aburre y me hace muy poco efecto. pero aceptaré que los efectos del
alcohol y de la mary son distintos. es posible pirarse con yerba y apenas darte
cuenta; con el trago, sabes muy bien, en general, dónde estás. yo soy de la
vieja escuela: me gusta saber dónde estoy. pero si otro hombre quiere yerba o
ácido o aguja, no tengo nada que objetar. es su camino y cualquier camino que
sea mejor para él, es mejor para mí.
- Charles Bukowski
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