Y cada palabra
era como un pequeño alfiler
que se clavaba.
No porque no me lo esperara,
porque él siempre era así.
Sino porque
no se daba cuenta,
de lo que estaba sintiendo yo.
Y eso sólo significaba,
que él no lo sentía.
Y eso me ponía triste.
Y salí corriendo.
Y no le hablé más en toda la noche.
Y se enfadó conmigo.
Y yo, si hay algo que no soporto,
es que él se enfade conmigo
Eso no.
Eso nunca.
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