Y era nada al mismo tiempo.
Y era un torbellino.
Y era el huracán que se llevaba los tejados.
Y el terremoto que derrumbaba edificios.
Y la ola gigante que todo se lo tragaba.
Pero también,
el amancer en calma.
Cuando los rayos de sol
empiezan a calentar
y los pajaros cantan.
Y todo huele a esperanza.
A una nueva oportunidad.
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