Dijo que no,
que no le gustaba.
Que llevaba el pelo demasiado corto,
y que su nariz era demasiado respingona.
Dijo que no,
que no le gustaban las pelirrojas.
Que tenía la cara llena de pecas
y que cuando sonreía
no se le marcaban los oyuelos.
Que su piel era demasiado blanca.
Dijo que no,
que a él no le gustaban ese tipo de chicas,
que era demasiado sencilla.
Que usaba jerseys demasiado grandes
y que siempre iba en zapatillas.
Dijo que no,
que no le gustaba como bailaba,
ni la forma en que agarraba el cigarro,
ni como parecía que nada le importaba demasiado.
Que la odiaba.
Fue el que la negó doscientas veces,
el que miró para otro lado cada vez que ella pasaba,
el que bailó con todas las demás
pero nunca se las llevó a casa,
el que no preguntó la hora
el que se perdió en mitad de la calle
a las tres de la mañana.
El que suspiró
en medio del hielo
mientras su corazón se congelaba.
Fue el que dijo de ese agua no beberé.
El que se cayó a la fuente.
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