La vida es así,
a veces tan puta que
hasta que no se asegura
que llevas uno de cincuenta
no se acerca a hablar contigo.
Otras,
tan romántica e ilusa
que piensa que en cualquier
esquina puede aparecer
uno de esos (o esas)
que salían en esas pelis
de cuando éramos pequeños.
Adivina dónde estaba yo.
Yo era la puta
que nunca cobró
a ninguno de esos
de los que se enamoró,
tan romántica e ilusa
que se perdía
en una de esas películas
tan llenas de nada,
confundiendo la ilusión
con la crudeza de la vida.
Y entonces desperté
de toda esa mierda.
Dejé de creer en esas porquerías,
en esos ideales que no se ajustan
a la talla de zapatillas que utilizo.
Los pies en el suelo,
y la cabeza donde a mí me de la puta gana.
No creo en el amor para toda la vida,
no creo en el sexo para toda la vida,
no creo en nada que termine con "para toda la vida".
Y seré puta o lo que quiera ser
hasta el día en que quiera serlo.
Y luego,
que me lleve el viento.
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