y nunca fue suficiente.
Caí en tus brazos constantemente,
como una niña pequeña que está aprendiendo a andar.
Tú no me recogías.
Te quedabas mirando
como yo me derrumbaba,
como rozaba el suelo,
como sucumbía
al terrible terremoto.
Pero siempre conseguía volver
a levantar la mirada al cielo,
cosiéndome alas
en cada costado,
volviendo a volar.
Aunque en ello me fuera la vida.
Y es que en ello me iba la vida.
Nunca te dije las
palabras exactas,
supongo que no encontré el valor
por ningún lado.
Me vi sola en medio de la nada,
me vi perdida.
No pedí auxilio
porque nadie podía ayudarme,
ni siquiera tú,
que tenías el poder
de elevarme al cielo
y dejarme caer
hasta el jodido
infierno
en el siguiente segundo.
Cuanta mierda en tan poco espacio.
Habría sido fácil si hubiera sido capaz
de pronunciarlas:
"me dueles".
Y después,
habría echado a correr para siempre.
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